Conocí mi nombre cuando tu boca lo pronunció.
El ritmo acompasado de mi corazón. Y el andar del íntimo reloj
que acompañó la espera de nuestro encuentro.
Conocí mi nombre cuando me nombraste.
Y lo mío se hizo nuestro. Sendero. Cielo. Eternidad.

Olga Maria Sain
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