Aquellos abanicos del deseo
mueven conjeturas que expelen sortilegios,
la mano que los mueve
parece ausentarse en su vaivén.
de izquierda a derecha como una campana,
como un péndulo que hipnotiza
al estío de su somnolencia.
Filamentos del aire son atrapados por suspiros.

Olga Maria Sain
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