El día puede ser azul
o simplemente estría en un abrazo de otoño;
todo lo que suceda allí:
sueño, vapor circunstancial,
buscará un espacio de especulación
a medida que voces, cuerpos y miradas
pacten con la vida.
Habrá que abandonar entonces
los párpados viejos,
disponer de una mejor versión
frente al ademán que envía su luz
y proyectar un orden natural
en los desplazamientos.
Habrá que atravesar
alguna puerta que fue postergada
y allí , bajo el sol, íntegramente,
decir que un nuevo rostro ha comenzado
a proponer su historia.
Porque también está prevista la efectividad
en la promesa escalonada de las máscaras
que más lo merezcan.

Olga Maria Sain
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