El silencio, el viejo silencio,
vira en una pausa que florece
entre arpegios casi sin sonidos.
En mis espaldas curtidas,
alas de mariposas se aferran a mi blusa
para alzarme del suelo,
hasta posarme suavemente
en aquella casa antigua,
donde la hiedra se eleva
en sus muros de piedra mil veces visitada:
nada ha cambiado,
aunque quizá algo sí ...
Una niña que juega
con el aire en sus manos.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados





Comentarios

  1. No podría haber puesto un final más hermoso a su poema. <<<<<<realmente encantador.

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