Hoy no abriré la ventana al designio del deseo
suspendido en su liana intangible;
todavía su tea ilumina mi mirada sobre el horizonte,
en el filamento de su llamarada como incienso en la penumbra.
El camino cotidiano se ha nutrido de otras voces,
ahora claman, me invaden, arrancan promesas, hermandades
destinos que se entrelazan; desbordándome,
o conteniendo a veces cuando no me escucho.
¿Busco amarrar en un instante la insaciable sed de libertad?
Muerte, guárdame el amor y espera junto a mi puerta,
déjame que pase a tu lado sin preguntar quién eres.
Hoy la vida casi es una rareza que recoge lo que cae de mis manos.

Olga Maria Sain
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