Las espadas desnudas
mataron la atmósfera de sangre de aquél día
y la loca promesa fue pisoteada sin piedad.
Si el alcohol puede más que mis fuerzas, entonces
beberé mi espanto.
En una noche intensa aparecen abismos
sombras -tal vez- que me gritan hasta aturdirme.
Con la inocencia de una víbora,
perdí todas las fichas en éste juego,
y moriré recostada en la atmósfera difunta,
mientras arriba
alumbra la luz bebiendo en silencio el pozo de agua.
Soy cántaro vacío, sin tener qué beber.
Floto en medio de la bruma.
No encuentro el horizonte.
Me resigno a ser albergue de pájaros,
a vegetar entre la roca,
a repetir la misma ferocidad.
Quizás algún día alcanzaré una rosa y mi ser
ya no será el mismo.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados

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