Enmudecer
Cuando abrí las ventanas a la tarde
y los suaves desniveles del mundo invadieron la pieza,
una brisa de retamas estalladas
dulcificó los sentidos tan agobiados
de tanta fijeza de humos inmundos y pestilencias.
Los pájaros recibían alegremente del crepúsculo;
vaticinios de la noche con flores de lapacho en los picos
dejando que los cuerpos ingrávidos
se desmoronaran de los trópicos del cielo,
Las nubes definieron tortuosos territorios provisionales
escarpadas provincias celestes que el viento arma y desarma
en sustanciosa alegoría de lo que pasa.
Cuando abrí a Eliot en el Little Gidding
el último de los cuatro cuartetos
pensé que hasta ése instante
fue remoto e imposible
el riesgo de enmudecer para siempre.

Olga Maria Sain
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