Una mujer en soledad nunca está sola.
Conviven con ella sus sueños y la posibilidad
de abrir las puertas del ayer, las ventanas del mañana.
Con ella se quedan los amores adosados a su alma
y acercan la silla los desamores cada tanto.
Una mujer en soledad, comparte un café con ella misma,
plegarias, muchas preguntas que no hallan respuestas
y que disfruta por el sólo hecho mágico de estar allí
hablando de la vida y del sentimiento, de
pasos para dar y vuelos que emprender.
Una mujer tomando un café, nunca está en soledad.
La habitan los pliegos de su memoria
Y la incipiente historia que está por escribir.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados


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