Hay momentos de encuentros recobrados,
entre espinas se desgarra la piel al acercarme y aún así te abrazo.
Vamos de soslayo sobre intimidades,
siento que silban dardos sobre mi cabeza afilados por la incomprensión;
y una queja escondida se deshace en mi boca
como un ácido que escuece, que araña en su ardor.
Trato de equilibrarme en el borde de un barranco que la lluvia deshace,
no hay ramajes donde asirme.
La templanza agoniza y me amarra, mi voluntad la solicita en su inercia.
Espero la muerte como a un navío que me lleve lejos de éste laberinto
donde se elevan rejas en cada esquina y cerrojos en su salida.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
entre espinas se desgarra la piel al acercarme y aún así te abrazo.
Vamos de soslayo sobre intimidades,
siento que silban dardos sobre mi cabeza afilados por la incomprensión;
y una queja escondida se deshace en mi boca
como un ácido que escuece, que araña en su ardor.
Trato de equilibrarme en el borde de un barranco que la lluvia deshace,
no hay ramajes donde asirme.
La templanza agoniza y me amarra, mi voluntad la solicita en su inercia.
Espero la muerte como a un navío que me lleve lejos de éste laberinto
donde se elevan rejas en cada esquina y cerrojos en su salida.
Olga Maria Sain
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