Escóndeme esas ecuaciones del destino
que pespuntean rieles al alba:
quiero volar sin oriente,
arrancar el signo de la brújula,
ésas secas raíces de una utopía
que no pudo morir para nacer.
Aletearé hacia el sur,
hasta cumplir el eterno retorno
que gravita como espejismo.
Mis brazos en cruz
entre el alba y el crepúsculo,
como mensajeros del viento
con una inscripción en mi frente
que se borrará con la lluvia.
Atisbo el llano
donde quiero anidar;
palmos de tierra verde,
y una oquedad en la roca
para las inclemencias.
Luego
dialogaré con el espacio,
hacia las nubes
como en un altar
donde mecerme;
avatares del alma,
desnudando sus tareas,
ésas que el mundo impuso
como prueba de vida;
como tributo de amor;
como conquista de libertad.
Solo quiero extender un nirvana
que fecunde su fugacidad.

Un águila ahora me sobrevuela
como tótem pasajero.

Olga María Saín
©Derechos Reservados


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