Soledad, hermana extranjera,
nómada en tu permanencia de claustro,
apenas si murmuras por la ventana entreabierta
donde contemplo un trozo del mundo;
balcones, ropa tendida, chimeneas que humean,
tejados añejos, cortinas que se mueven,
la voz de un niño,
el lejano sonido de un teléfono que nadie contesta.
Una anciana riega sus macetas
sus recuerdos se escapan
por los cristales de los lucernarios.
Ya suena la campana de la torre
del convento cercano,
Hoy, su llamada me señala.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados




Comentarios