Nadie es ajeno

Nos estamos desangrando
Y ella –la sangre- ya no grita
brota espesa,a cuajos,
jirones de almas que caminan
como fantasmales restos de un naufragio,
aferrados a sus chalecos, todavía

La inercia es necesaria
para dormir momentos
una anestesia en la sed,
en el hambre, en la rabia,
en la compasión;
urgente necesito la morfina
de una quimera en el recorrido
a tramos de espasmos.

Luego despertaré del letargo,
en el asombro de la reiteración,
viejo caño que expulsa fuego,
ojos que se estallan con la ineficacia,
con la injusticia, con el yugo decorado
de falsas promesas, con un mea-culpa
atravesado en el corazón,
La cabeza se inclina hacia el suelo,
los adoquines se tambalean,
es hora ya del estallido,
me dejaré absorber
en la rampa de un suplicio,
por todo, por nada ...

Déjame una moneda
quiero lanzarla al vacío.
¿Cauterizaré la sombra
que se alarga en el ocaso
para perpetuar su estirpe ?

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados


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