Piel adentro

Círculos de un regalo
donado a la intemperie
cristaliza la imperfección
para que pueda acomodarme
entre sauces y cipreses.
Me descalzo
y dejo los pies ante el rocío:
me hablan de la tierra herida
por la aureola del deseo.
Mi cuerpo se acopla a su seno
en un íntimo erotismo.
Ayer azahar, hoy brizna de hierba
que solitaria amarillea,
Pero no le temo al ocaso,
el final es útero que se ofrece
aunque la encrucijada muerda
su ofrenda con un vasallaje.
No pide el nido ser cuna
ni buscan mis brazos ser madre,
solo la copa del destino,
el Grial que precedió mis pasos.
La vida y la muerte
se funden en la alquimia
de un abrazo nupcial.
El tálamo es féretro de piedras
a la orilla de un barranco.
Deja que se pose el ave rapaz
cuando la serpiente se asome.

Olga María Saín
©Derechos Reservados



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