A expensas de un antídoto que brota en la grieta de la roca
cubro mi cuerpo con seca arcilla abrasada por el sol.
Los dioses abandonaron el lugar dejando sus fluidos como un icono
trazando un mapa en el suelo.
-Bucólica caricatura de un sueño-
Hoy se sortea la vida en las aristas de lo imposible,
doctrina que ha sellado en blanco la octavilla escogida al azar.
Bajo el cielo de nadie cierro los ojos un momento,
mientras un rayo hiende el suelo que recién he dejado
prendiendo la mecha en el aire.
Después, la duda errática, vaho de mármol...
Una inscripción en su veta grisácea oculta en el trazo de una adivinanza.
El asceta calla entre las ruinas, en sus espaldas un anagrama extraño;
rehén del olvido que precede al mensaje que alerta su mirada.
Embiste la muerte al espejismo hasta hacer sangrar la locura,
humedecerá sus labios sedientos bajo el cielo de nadie.

Olga Maria Sain
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