Encontrar la palabra

Y de pronto,
la encuentro.
Una palabra al azar
la dejo escrita,
sin pronunciarla;
ella intenta su historia,
su lugar entre hermanas
su pacto en un verso,
en una frase,
quizás entre interrogantes.
Ella vaga por sí misma
por la secuencia de mi memoria,
sin razón de ser
nada más que el breve rasgueo
de un arpa con siete cuerdas,
y los armónicos de las que se rompieron.
Y ella - la palabra -
atrae imágenes,
sensaciones que se anudan
a la espiral de mis manos
mientras escriben;
el sonido de las teclas
marca pautas disonantes,
y sin embargo,
son reclamos al ritmo.
Acuno su despertar
para que duerma en trance.
Así, van y vienen
otros vocablos
ahítos de su danza,
una hilera que contagia
gritos y cuchicheos,
pero el mago mueve el panel,
enmarca con los dedos el cuadro
y hace girar la batuta.
Entonces
ya se ha definido un relato,
como fichas
que se han lanzado
a un antiguo tablero.

Olga María Saín
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