No hay dudas.
Nada había quedado en pie.
Nada de lo que antes era, estaba igual.
Todo había cambiado.
Mejorado.
Intensificado.
Todo olía distinto.
Y se sentía diferente.
Era ese cambio irreverente,
que todo lo transforma.
No existe duda alguna.
Era el amor.
Y su locura.

Olga María Saín
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