Pasos inciertos sucumben en soledad.
Aprietan el camino de noches evasivas
no se encuentra descanso.
Gris es la indiferencia,
el color se ha alejado de las sonrisas cansadas.
Y cuando entre el pecho y el alma
el silencio pesa como un plomo,
la respiración se escucha como un río interno,
uno cae, se rinde, se eleva
y se ilumina audaz
comprimiendo la huella emocional.

Olga María Saín
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