Suena lejano algo que desconozco, tal vez un cúmulo de recuerdos
atenazando el cambio que confundido entre los pastos
penetra hasta mis entrañas.
La esencia del problema se dilucida sin confundir mis luchas internas.
Huelo venganza, mientras el ruido es ajeno a mi mirada.
Tengo el aspecto de un juego modificado
por la luz reveladora de los átomos y las ruinas.
Me apoyo en la terrible belleza arcana de mi existencia.
Me vierto húmeda y fértil en la oscuridad profunda
que precipita los sonidos remotos que ahora vienen a mí:
Sería el momento de huir entre mi silencio
y la posibilidad que ingrese por las hendijas o algún intersticio del alma.
Ellos no son letales.
Son sólo la deformación de un espacio vacío interrumpido por
los murmullos que impactan en mis eternos miedos.

Olga María Saín
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