Una instancia al infinito, necesidad de deslindarme
de las cuitas de la vida, de los desaires del amor.
El alma no olvida aunque borre historias en sus anales.
Cuidadora del destino esos azares hicieron acuerdos con la eternidad.
La muerte no terminará su andanza por los cielos,
-la palabra se fusionó con la esencia de su travesía-.
Y más allá de éstos lugares del hoy, de lo incógnito del mañana,
de los recuerdos del ayer, será también emblemático el fluir de su legado.
Mientras el corazón palpita encarnado, conjugo verbos
que son estancias para re-decorar;
siempre con la evanescencia de lo extraño como idea
en el folio de lo cotidiano, un dios lo rubrica con bendiciones de su ritual:
Mi paso indeciso debe franquear lo irremediable.
Olga Sain
©Derechos Reservados
de las cuitas de la vida, de los desaires del amor.
El alma no olvida aunque borre historias en sus anales.
Cuidadora del destino esos azares hicieron acuerdos con la eternidad.
La muerte no terminará su andanza por los cielos,
-la palabra se fusionó con la esencia de su travesía-.
Y más allá de éstos lugares del hoy, de lo incógnito del mañana,
de los recuerdos del ayer, será también emblemático el fluir de su legado.
Mientras el corazón palpita encarnado, conjugo verbos
que son estancias para re-decorar;
siempre con la evanescencia de lo extraño como idea
en el folio de lo cotidiano, un dios lo rubrica con bendiciones de su ritual:
Mi paso indeciso debe franquear lo irremediable.
Olga Sain
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