Lo que pude amar lo amé
hasta descoser mis entrañas,
lo que no pude amar
me arrastró en su apasionado celaje.
Hoy quisiera tejer una invisibilidad
que cubra mi drenaje
donde todavía rezuma un antiguo anhelo;
hay sinceridad en mi artificio
aunque me desanude
del habitáculo- piel en el abrazo.
Hago adopción de mi nombre
una vez más,
como insignia,
como linaje,
arquetipo que se repite
como mantra en el hogar.
Mientras, el cielo me olvida,
porque yo lo desconvoco un instante,
y subo al desván para rescatar la locura.
Ella está igual acostumbrada
a pasear conmigo por las calles,
costumbre de ser vástago
que llevo siempre en mi costado.
Cohabito conmigo desde la despedida.
Pese a ello sigo presente,
sin las rugosas caricias de la ausencia
Alguien llama a la puerta
le suplicaré que prepare
un embalaje para mí.
Olga Maria Saín
©Derechos reservados
hasta descoser mis entrañas,
lo que no pude amar
me arrastró en su apasionado celaje.
Hoy quisiera tejer una invisibilidad
que cubra mi drenaje
donde todavía rezuma un antiguo anhelo;
hay sinceridad en mi artificio
aunque me desanude
del habitáculo- piel en el abrazo.
Hago adopción de mi nombre
una vez más,
como insignia,
como linaje,
arquetipo que se repite
como mantra en el hogar.
Mientras, el cielo me olvida,
porque yo lo desconvoco un instante,
y subo al desván para rescatar la locura.
Ella está igual acostumbrada
a pasear conmigo por las calles,
costumbre de ser vástago
que llevo siempre en mi costado.
Cohabito conmigo desde la despedida.
Pese a ello sigo presente,
sin las rugosas caricias de la ausencia
Alguien llama a la puerta
le suplicaré que prepare
un embalaje para mí.
Olga Maria Saín
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