En el tacto de un holograma,
vestal de la ausencia
fuente de un olvido,
hace trenzas la vida
secuenciada en fugaces momentos.
Después,
la luna la seduce
con un jaque-mate a las orillas,
donde se recrea el agua
rielando sus contornos.
Breve liturgia como cesión
a la corriente que se expande;
los juncos enredan sus cabellos,
y el alba rodea su cintura.

Olga Maria Sain
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