Atascarse en el eje de una ruleta,
lanzar una apuesta a la negación del juego.
No queda más que destruir palabras,
que el mutismo y el llanto las cancele;
Ayer quemé una vida en mi vida,
esos fragmentos que aturden como erráticos cumplimientos.
Ayer se quebró el armazón…
¿Quién o qué hizo un tajo a las cuerdas de mi deber de títere?
Sí, deber, compromisos,
atadura de emociones, justicia en el vacío,
verdades que se entrometen.
Un instrumento como deuda ontológica que hurta la identidad,
donde chirrían los engranajes.
Ayer me mecí en una hamaca de espinos,
dolor en el rizo enredado en un pulso
con el amputado brazo del oponente.
La conciencia delimita contornos, eleva columnas,
pero se olvida de las cimas que circundan las ruinas.
Olga Maria Saín
©Derechos reservados
lanzar una apuesta a la negación del juego.
No queda más que destruir palabras,
que el mutismo y el llanto las cancele;
Ayer quemé una vida en mi vida,
esos fragmentos que aturden como erráticos cumplimientos.
Ayer se quebró el armazón…
¿Quién o qué hizo un tajo a las cuerdas de mi deber de títere?
Sí, deber, compromisos,
atadura de emociones, justicia en el vacío,
verdades que se entrometen.
Un instrumento como deuda ontológica que hurta la identidad,
donde chirrían los engranajes.
Ayer me mecí en una hamaca de espinos,
dolor en el rizo enredado en un pulso
con el amputado brazo del oponente.
La conciencia delimita contornos, eleva columnas,
pero se olvida de las cimas que circundan las ruinas.
Olga Maria Saín
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