Cada amanecer es una sucesión de mareos que imposibilita mi capacidad de amar.
Yo, un fenómeno perdido a lo largo de los bordes de caminos angostos,
estrechos, ajenos, como la conclusión de una regla del principio infinito o
el bosquejo de un deseo saqueado por la ansiedad y la impaciencia.
La historia de un triste disturbio. Sin metas, sin soles.
Desprovista, perturbada esperando el último aplauso.
Que no llega.

Olga Maria Saín
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