¿Sabes?

A veces soy solamente un jeroglífico
tatuado a espaldas de la vida.
Y sin embargo
ella lo sabe todo,
pero nunca lo dice.
Hoy el ovillo de mi esencia
rueda por la pendiente
mientras su extremo
se engancha a una rama seca.
El águila mira atónita
como va menguando,
después se confunde con el terreno.
Me desprendí de la estela
que amarraba mi voz al eco,
ya no hay historias que narrar;
se tornan amarillas las esquinas
de las hojas en blanco,
esperando que la lluvia
trace su misión al mojarlas.
¿Sabes?
A veces soy tan solo un jeroglífico
tatuado a espaldas de la vida.
Una asimétrica sombra
en la elocuencia de la nada,
esa que se brinda por última vez
en el silencio de un monólogo.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados


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