Soledad, tú me das la mano para que yo me bañe
con el sonido azul del día, con el manto estrellado
de la noche.
Me sonríes si sonrío, me sonríes si
el llanto bordea mis párpados,
me sonríes cuando la seriedad me viste las aristas...
Y si en nuestro caminar alguien se acerca a
saludarme, juntas le damos un abrazo de bienvenida,
y junto a tu mano tomo la suya.

Caminemos...

Olga Maria Sain
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