Suelen las palabras esconder un silencio,
meditabundo, enclaustrado en espacios de sintonías,
con ese algo que se evade del rigor de sus entrañas,
del solar donde deambula.
Dejemos caer la confusión
sobre la ladera-laberinto de brumas que apenas se disuelve
y que añora volver a ser manto
de mudez para proteger su retorno.
Hoy el día huele a vaho de luz
desafinando la mirada que recorre el horizonte.
Es tiempo de descender
en la sombra del recogimiento
el reclamo del alma,
migrando en su alquimia
una paleta de claroscuros donde retener el azul.
Pero el pincel en su tímido encargo
tiembla en el aire y no puede pintar.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados


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