A veces quisiera ser esa mujer con una flor en la mano,
o aquella que va caminando casi sin ver del apuro que lleva.
Una sombra en la luz de alguien más.
O de mi propia luz cedida.
A veces quisiera ser en tu vida la que te viese cada día
y cada noche al regresar.
Otras veces como hoy, sólo quiero ser quien soy.
Y aún sin verte saberte en mí y saberme en ti.
Con esta indudable calidad de simpleza y milagro.
Con esta falta de candados y esta confianza
que me deja llevar abiertas las grietas de mi piel y no temer nada.
Con esta abundancia de sentir y este mérito de ir creciendo.
Así como nos toca, como nos roza, como nos nutre y nos desborda.
Entonces sólo quiero acercarme un poco más.
Y acariciar tus miedos para que se calmen, besar tus ansias, para que descansen.
Y te dejen descansar.
Entonces pienso que quizás tenemos más que tantos otros.
Tenemos el don de poder sabernos distintos. Y osados.
Con el mayor coraje prendido a nuestras manos.
Y el más íntimo anhelo de llevarte siempre a mi lado.
A veces quisiera ser esa mujer con una flor en la mano.
Hoy no. Hoy me basta y me completa ser estas letras que te estoy acercando.

Olga Maria Sain
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