Al intentar arrancar
la locura que le protegía,
dinamitó la cruz de un exorcismo,
vertiendo alcanfor en la mirada
clavó el hedor del bisturí
en las entrañas del lago.
¿Acaso trucó la cordura
como falsificación del alma?
Y aplauden los comensales,
aquellos que horadan
las esquirlas de su pensamiento,
La clandestinidad le protege,
cuando se disfraza en su risa
como mueca de sumisión,
¡Qué dulce es la mentira
cuando finge ser delirio!
Luego revierte el sueño en vigilia
ese secreto sin gestos ni palabras,
y en él su esencia,
guardada como un tesoro
en un cofre invisible,
en un planeta inventado...
Olga María Saín
©Derechos Reservados
la locura que le protegía,
dinamitó la cruz de un exorcismo,
vertiendo alcanfor en la mirada
clavó el hedor del bisturí
en las entrañas del lago.
¿Acaso trucó la cordura
como falsificación del alma?
Y aplauden los comensales,
aquellos que horadan
las esquirlas de su pensamiento,
La clandestinidad le protege,
cuando se disfraza en su risa
como mueca de sumisión,
¡Qué dulce es la mentira
cuando finge ser delirio!
Luego revierte el sueño en vigilia
ese secreto sin gestos ni palabras,
y en él su esencia,
guardada como un tesoro
en un cofre invisible,
en un planeta inventado...
Olga María Saín
©Derechos Reservados
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