Amor
sin condiciones
Como gravilla
en el suelo de la choza.
Agujeros en el tejado,
el agua se filtra,
la estrella está buscando un lugar.
Al amanecer
la luz se adelgaza,
un filamento roza el polvo,
hasta una esquina, donde el fogón humea.
Huele la leña que arde,
y el alma es fuego
un breve instante
en la débil llama que ya se extingue.
La puerta sigue abierta te invita a entrar,
preparo la vieja silla,
un caldo apenas sazonado,
con menta y albahaca,
con bayas del bosque.
Se me enredaron las palabras
en la soledad,
quietas,
desordenadas,
como el arcón del equipaje,
que todavía no he abierto,
desde aquel año cuando me retiré
de la esclava libertad.
Hoy soy mendigo del viento,
del calor de un día soleado,
de la nieve cuando cuaja
con su frío en mi capa,
del piar de los pájaros,
de las noches de luna,
de la tempestad cuando arrecia,
de las primeras flores silvestres.
Te ofrezco mi lecho,
una alfombra en el suelo
y el edredón de la hojarasca.
Te entrego mi silencio
para que lo anudes a tu cintura,
mañana,
temprano,
cuando sigas tu viaje.
Olga María Saín
©Derechos Reservados
sin condiciones
Como gravilla
en el suelo de la choza.
Agujeros en el tejado,
el agua se filtra,
la estrella está buscando un lugar.
Al amanecer
la luz se adelgaza,
un filamento roza el polvo,
hasta una esquina, donde el fogón humea.
Huele la leña que arde,
y el alma es fuego
un breve instante
en la débil llama que ya se extingue.
La puerta sigue abierta te invita a entrar,
preparo la vieja silla,
un caldo apenas sazonado,
con menta y albahaca,
con bayas del bosque.
Se me enredaron las palabras
en la soledad,
quietas,
desordenadas,
como el arcón del equipaje,
que todavía no he abierto,
desde aquel año cuando me retiré
de la esclava libertad.
Hoy soy mendigo del viento,
del calor de un día soleado,
de la nieve cuando cuaja
con su frío en mi capa,
del piar de los pájaros,
de las noches de luna,
de la tempestad cuando arrecia,
de las primeras flores silvestres.
Te ofrezco mi lecho,
una alfombra en el suelo
y el edredón de la hojarasca.
Te entrego mi silencio
para que lo anudes a tu cintura,
mañana,
temprano,
cuando sigas tu viaje.
Olga María Saín
©Derechos Reservados
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