Compañera melancolía,
se que estás cansada
de llamar a la puerta,
de derramar tu insistencia;
sé que te has quedado en el rellano
esperando que yo acuda
con el llanto en una pausa ...
Pero hoy no.
Hoy no te he invitado
al festejo de mi quietud.
Hoy, las horas pertenecen
al hechizo de la templanza,
sin saber siquiera
si están ausentes o no...
Adentrándose entre huecos
donde las emociones duermen.
He cerrado la agenda,
las tareas cotidianas esperan
como si no existiesen...
No suena el teléfono,
no hay citas que cumplir,
cerré la verja de mi claustro,
solo suena la fuente
pero casi no la escucho;
solté botones y cintas
a las prendas que me visten,
el aliento se entretiene
con su ritmo acompasado.
Incluso éstas palabras
rozan la inquietud
y sin embargo,
acunan como canto materno
cuando duerme a su retoño.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
se que estás cansada
de llamar a la puerta,
de derramar tu insistencia;
sé que te has quedado en el rellano
esperando que yo acuda
con el llanto en una pausa ...
Pero hoy no.
Hoy no te he invitado
al festejo de mi quietud.
Hoy, las horas pertenecen
al hechizo de la templanza,
sin saber siquiera
si están ausentes o no...
Adentrándose entre huecos
donde las emociones duermen.
He cerrado la agenda,
las tareas cotidianas esperan
como si no existiesen...
No suena el teléfono,
no hay citas que cumplir,
cerré la verja de mi claustro,
solo suena la fuente
pero casi no la escucho;
solté botones y cintas
a las prendas que me visten,
el aliento se entretiene
con su ritmo acompasado.
Incluso éstas palabras
rozan la inquietud
y sin embargo,
acunan como canto materno
cuando duerme a su retoño.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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