Cuando uno necesita estar solo.
Cuando necesita encontrar el orden. Y el desvío.
Ese natural encuentro con uno mismo.
Con sus enconos. Y sus dolores.
Con la fragilidad de las fortalezas,
las grietas de los muros,
y ese deseo fecundo de encontrarnos.
Frágiles. Y sensibles.
Vulnerables. Accesibles.
Lejos de las razones y muy dentro del sentir.
Allí, donde se necesita que nos acunen,
nos silencien con un beso,
y en un abrazo pecho a pecho,
nos dejen saber que estamos vivos.
Dolidos. Sentidos. Vibrando el crecimiento.
Y su motivo.
Cuando uno necesita estar solo.
O lo que es mejor decir, acompañado de uno mismo.

Olga María Saín
©Derechos Reservados


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