Entonces el beso se hizo labio,
la caricia mano,
y el verso pensamiento.
El sentir volvió a ser latido
y el corazón nido de los sueños sin cumplir.
Pero los labios guardaban otro calor,
las manos otra textura.
Y el pensamiento dejó la cordura
y abrazó la magia para siempre.
Nada es igual después del amor.
Nada. Afortunadamente.

Olga Maria Sain
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