Le llaman verso y es quizás
el impulso de tomar aliento.
Mudo reclamo cuando lentamente
voy deshojando sus rincones.
Busco la palabra, se atora a veces en mis dedos.
¿Mis dedos hablan?
Tal vez las caricias dejaron su frase incompleta
en los surcos de la piel.
Sí, hablan de sí mismos cuando cierro los ojos
y tal vez lucen como linternas,
se demoran en los libros,
en los pétalos del huerto,
en las teclas del piano,
sobre tus cabellos,
que hoy ondulo al aire
para revivir su tacto.

Olga Maria Sain
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