Más que el color de sus ojos
se contaban la humedad de sus miradas.
Más que las medidas de su cuerpo
se decían los desmedidos deseos de sus almas.
Más que el sabor de sus besos
se entregaban al placer de imaginarlos.
Más que el sonido de sus pasos
se sentían en el palpitar de sus anhelos.
Más que en las caricias de sus manos
se alcanzaban en el ansia de tenerse.
Más que caminar juntos
volaban en sueños
más que salir a caminar de la mano
brillaban como estrellas.
Ellos eran los que más se amaban
porque podían más que las miradas,
las medidas, el sabor y los sonidos
las caricias y las ansias
podían porque nacían a un mismo impulso
y morían en una misma palabra
Amándose.
Más allá de cualquier distancia.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
se contaban la humedad de sus miradas.
Más que las medidas de su cuerpo
se decían los desmedidos deseos de sus almas.
Más que el sabor de sus besos
se entregaban al placer de imaginarlos.
Más que el sonido de sus pasos
se sentían en el palpitar de sus anhelos.
Más que en las caricias de sus manos
se alcanzaban en el ansia de tenerse.
Más que caminar juntos
volaban en sueños
más que salir a caminar de la mano
brillaban como estrellas.
Ellos eran los que más se amaban
porque podían más que las miradas,
las medidas, el sabor y los sonidos
las caricias y las ansias
podían porque nacían a un mismo impulso
y morían en una misma palabra
Amándose.
Más allá de cualquier distancia.
Olga Maria Sain
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