Nostalgia

A veces huele a mar…
entra por mi ventana para rodearme,
abrazo de rumores entretenidos en el silencio,
la quieta playa, los frunces de las olas
la rosada bruma -cascada de luz en mi sombra-
y ella descendiendo en el rielar del agua cuando el sol asoma,
tamiz de un otoño que poco a poco se acerca algo inquieto
y busca el sonido de las hojas de los álamos, fresnos, acacias y castaños.
Muerde el verde a trocitos hasta entintarlo en ocres y amarillos.
Si, desde el mirador huele el viento a brisa del puerto,
a oleaje en los rompientes,
el sabor de la sal besa mi boca un momento,
cierro los ojos en espera del velero
que avanza casi sin ruido para varar en mi puerto.
Ese puerto es mi regazo,
todavía espero que cantes acurrucado en mi cuello aquella trova
Sí.
La espera es un refugio, una licencia en el tiempo,
atrasar el calendario, los relojes, los sucesos;
tiño mis cabellos, rescato el viejo vestido,
aquél pañuelo de seda sobre los hombros.
¿Recuerdas?
Huele a mar.
Tus huellas en la arena mojada, mis pies sobre tus huellas,
viajeros de una eternidad que atesora una promesa.

Olga María Saín
©Derechos Reservados




Comentarios