Sólo la caricia de una voz que conocemos
y un sonido nuestro.
Luz y cielo.
Nubes que bajan a las persianas entreabiertas,
un haz de ternura que descansa bajo la almohada.
Noches de destellos suaves,
palabras que vuelven, nos saben,
lejos de seguridades y cerca,
muy cerca de los sueños.

Olga Maria Sain
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