Todos los rostros aman.
Aún los que no muestran señales de magia.
Aún los que aparecen como muecas de la nada,
hundidos en la tristeza de un día gris que no termina.
Aún los que renacen en el arte de la alegría,
sin aparente motivo y sin posible guía.
Aún los que enfurecen ante la mínima circunstancia
y se hacen ceño duro y fingida arrogancia.
Aún los que conceden su sonrisa franca
a aquellos que no conocen y ofrecen su palabra.
Aún los que temen no poder olvidar
e intentan deshojar margaritas que ya no tienen pétalos.
Aún los que vuelan con cerrar los ojos frente al espejo
y sueñan que al abrirlos serán en alguien más.
Todos los rostros aman.
Sólo es cuestión de saber mirar.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Aún los que no muestran señales de magia.
Aún los que aparecen como muecas de la nada,
hundidos en la tristeza de un día gris que no termina.
Aún los que renacen en el arte de la alegría,
sin aparente motivo y sin posible guía.
Aún los que enfurecen ante la mínima circunstancia
y se hacen ceño duro y fingida arrogancia.
Aún los que conceden su sonrisa franca
a aquellos que no conocen y ofrecen su palabra.
Aún los que temen no poder olvidar
e intentan deshojar margaritas que ya no tienen pétalos.
Aún los que vuelan con cerrar los ojos frente al espejo
y sueñan que al abrirlos serán en alguien más.
Todos los rostros aman.
Sólo es cuestión de saber mirar.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Comentarios
Publicar un comentario