Uno no deja huellas, deja rastros.
Pequeños sembradíos de uno mismo en quienes va tocando.
Almas que se encuentran, maravillosos hallazgos.
Y un ápice de milagro cuando es un reencuentro.
Ya he estado en ti antes de conocernos.
Lo sé por los rastros propios que te he dejado
y hoy me enamoran tanto al recordar…

Olga Maria Sain
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