Vacié mi pedacito de cielo
con tristeza y perplejidad.
Bebí una infusión de flores disueltas,
sofocada por tu silencio sin nombre.
Libre y tenue me acompaña el resto de mí
que despierta de su sueño.
Desnuda y atravesada por la espuma del mar blanco
colecciono olores sin color
moldeando mi corazón sobre las piedras.

Olga Maria Sain
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