Yo la vi ondear en su ocaso,
sinuosa sobre el fluido de un vértigo,
ya no sujetaba el deseo, se caía de sus manos lentamente
lamiendo reflejos del agua en el suelo.
La viejas farolas la miraban,
cual fantasmas cotidianos (la bruma en fuga de fuego)
soñándose estaban como alas adoptadas por el cielo.
Yo la vi descorrer cortinas de escarcha en sus ojos,
mientras cortaba sus cabellos.
El idioma de una alianza hizo presa en su insomnio,
cuando su cuerpo cansado iba cayendo al vacío,
casi con extravagancia, como una marioneta sin dueño.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
sinuosa sobre el fluido de un vértigo,
ya no sujetaba el deseo, se caía de sus manos lentamente
lamiendo reflejos del agua en el suelo.
La viejas farolas la miraban,
cual fantasmas cotidianos (la bruma en fuga de fuego)
soñándose estaban como alas adoptadas por el cielo.
Yo la vi descorrer cortinas de escarcha en sus ojos,
mientras cortaba sus cabellos.
El idioma de una alianza hizo presa en su insomnio,
cuando su cuerpo cansado iba cayendo al vacío,
casi con extravagancia, como una marioneta sin dueño.
Olga Maria Sain
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