Llegas a mí como la pertenencia en el sentir que te nombra,
te enumera, te deletrea.
Como algo propio que desea preservarse tan sólo para mí.
Deseo que te cuides, que te cubras del frío, del dolor
y la melancolía, de esas brisas tardías que aparecen
en las tardes en que no te alcanzo y acercan humedad a tus ojos.
Vienes como lo que eres: Mío.
Te haces un ovillo de sol calentando mi piel.
Sin razones te me quedas dentro.
Y soy feliz teniéndote.

Olga Sain .
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