Porque no amarlo es brindar nuevos motivos,
a los violentos para que fragüen nuevas guerras,
no permitirle cada noche, cada día, a los oídos,
el deleite de escuchar bellos poemas.
Porque no amarlo puede ser el detonante,
para que el cielo se nos caiga sobre el alma,
es impedir el beso oculto del amante,
como morir sin saber bien qué es la calma.
Porque no amarlo es haber perdido el tiempo,
sobre éstos libros rebuscando en sus autores,
tal vez un poco de sagaz entendimiento
para escribirle algún buen verso a mis amores.
Porque no amarlo es cantar sin que se escuche
con la guitarra que perdió todas sus cuerdas,
como pedirle al buen labriego: no coseche
o un testimonio al amnésico que yerra.
Porque no amarlo: es tan absurdo como el día
que entre la gente se reía a mis espaldas
cuando lacerada de mis múltiples heridas,
creí que todo se había hecho para nada.
Porque no amarlo es poner puntos finales,
a estas caricias con efectos suspensivos,
porque lo quiero como no he querido a nadie,
como a sus miedos y tal vez como a los míos.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
a los violentos para que fragüen nuevas guerras,
no permitirle cada noche, cada día, a los oídos,
el deleite de escuchar bellos poemas.
Porque no amarlo puede ser el detonante,
para que el cielo se nos caiga sobre el alma,
es impedir el beso oculto del amante,
como morir sin saber bien qué es la calma.
Porque no amarlo es haber perdido el tiempo,
sobre éstos libros rebuscando en sus autores,
tal vez un poco de sagaz entendimiento
para escribirle algún buen verso a mis amores.
Porque no amarlo es cantar sin que se escuche
con la guitarra que perdió todas sus cuerdas,
como pedirle al buen labriego: no coseche
o un testimonio al amnésico que yerra.
Porque no amarlo: es tan absurdo como el día
que entre la gente se reía a mis espaldas
cuando lacerada de mis múltiples heridas,
creí que todo se había hecho para nada.
Porque no amarlo es poner puntos finales,
a estas caricias con efectos suspensivos,
porque lo quiero como no he querido a nadie,
como a sus miedos y tal vez como a los míos.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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