Quizá fue ese sábado cuando lo defraudé.
Y una noche de primavera él me decepcionó.
El amor que creímos,
las palabras que alguna vez tuvieron peso incuestionable,
sonrisas, silencios, lágrimas que tornaron encantadora la madrugada:
Insensato e imaginario hábito de creernos unidos.
Aquello que omitimos bajo la sombra impune de nuestra pretendida felicidad.
Aquello que ascendimos tan alto y lamentamos tan bajo,
esto que callamos como si no hubiera pasado nada,
tan sólo miedo y desconfianza para poder juntos
enterrar el deseo y desenterrar el olvido,
así, sin amor, sin pasión,
como se desentierran los huesos de dos desconocidos.

Olga Maria Sain
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