Me siento como una molécula que se genera
y en el mismo momento en el que nace se pierde en la historia
cada vez que cegada de emociones muero debajo de mi piel.
Los tonos de las perturbaciones son olas que
sucumben ante el poder del viento.
Temblores corporales me sacuden
y quedo enclavada en áreas que ocultan mi conciencia.
Vivo en zonas oscuras y escapa un suspiro
en el que se puede oír el infrasonido de mi alma.
Soy yo misma una frecuencia desconocida.
indiferente al ruido que me roza,
al revuelo del mundo -caos que me habita.
No puedo sentir urgencias de cosas vanas,
fútiles e insustanciales.
A veces no sé si realmente existo.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados


Comentarios