Cerré mis ojos en tu pelo mientras tus pestañas
buscaban huecos en mi seno.
Y así nos quedamos un largo instante ...
La espuma ceñía nuestras cinturas;
desde desbocadas olas el rumor se hizo gemido de sal sobre la arena.
Un mar que moja despacio, sacudiendo con fuerza,
y...
navegamos, naufragamos, nos sumergimos.
Luego el atardecer se unió a nuestros rostros
enrojeciendo aún más nuestras mejillas,
anudando las pupilas en la pleamar.

Olga Maria Sain
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