Contemplo rastrojos que huelen a poleo,
allí donde las tinieblas son íntimas luces
que explotan cuando se extinguen.
Mientras... caen los cuentos en el olvido
y la memoria acude con un caudal de estampas a contratiempo,
sin orden, como cuentas del collar que roto su eslabón
sigue guardado en un cofre.
Un antiguo cofre tallado herencia de ancestros
que se asoman extrañados de saberse evocados.
Crucemos el puente hermanas de mi tiempo,
un minuto antes que arrecie la tormenta.
Allá está la casa que nos pertenece un poco abandonada,
las hiedras cuelgan de sus muros
y las golondrinas hicieron sus nidos bajo el alero.
Allá aguardan otros finales de historias,
esas que embellecían la ingenuidad de la infancia.
Hadas y brujas, caballeros y juglares,
la reina madre cortando las rosas del jardín.
Los fósforos de aquella niña que nos hacía llorar,
y un zapatito de cristal... - cuidado, que se rompe -
Y el lobo sopla que sopla, nuestra casita de palos.
No importa, el leñador llega para espantarlo.
- Eso es de otro cuento - pero juguemos a trenzarlos en el brillo del recuerdo.
Saben a madre, la que esconde los regalos antes del día de Reyes,
¿Lo creíste?
Simplemente era así, sin más, porque jugar es una magia que nunca quise desandar.
Olga Sain .
©Derechos Reservados
allí donde las tinieblas son íntimas luces
que explotan cuando se extinguen.
Mientras... caen los cuentos en el olvido
y la memoria acude con un caudal de estampas a contratiempo,
sin orden, como cuentas del collar que roto su eslabón
sigue guardado en un cofre.
Un antiguo cofre tallado herencia de ancestros
que se asoman extrañados de saberse evocados.
Crucemos el puente hermanas de mi tiempo,
un minuto antes que arrecie la tormenta.
Allá está la casa que nos pertenece un poco abandonada,
las hiedras cuelgan de sus muros
y las golondrinas hicieron sus nidos bajo el alero.
Allá aguardan otros finales de historias,
esas que embellecían la ingenuidad de la infancia.
Hadas y brujas, caballeros y juglares,
la reina madre cortando las rosas del jardín.
Los fósforos de aquella niña que nos hacía llorar,
y un zapatito de cristal... - cuidado, que se rompe -
Y el lobo sopla que sopla, nuestra casita de palos.
No importa, el leñador llega para espantarlo.
- Eso es de otro cuento - pero juguemos a trenzarlos en el brillo del recuerdo.
Saben a madre, la que esconde los regalos antes del día de Reyes,
¿Lo creíste?
Simplemente era así, sin más, porque jugar es una magia que nunca quise desandar.
Olga Sain .
©Derechos Reservados
Comentarios
Publicar un comentario