Ella tenía la risa dibujada en el brillo de los labios
que danzaba en sus entornados ojos,
latía en sus párpados como duendes invisibles,
los poros de su piel enrojecían al borde
de las lágrimas que caían como lluvia de verano;
en la liviandad de su cabello flotaban algunos mechones
como alas de libélulas.
Tenía risas en la vida cómplices de su ternura,
serpentinas de festejos casi a destiempo
resguardando la intemperie de la adversidad.
Oscura nube que se deshace
al paso furtivo
de una magia
que vuela
siempre
en el espacio
de la libertad.
Olga Sain .
©Derechos Reservados
que danzaba en sus entornados ojos,
latía en sus párpados como duendes invisibles,
los poros de su piel enrojecían al borde
de las lágrimas que caían como lluvia de verano;
en la liviandad de su cabello flotaban algunos mechones
como alas de libélulas.
Tenía risas en la vida cómplices de su ternura,
serpentinas de festejos casi a destiempo
resguardando la intemperie de la adversidad.
Oscura nube que se deshace
al paso furtivo
de una magia
que vuela
siempre
en el espacio
de la libertad.
Olga Sain .
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