Mi lento vaivén: íntima sobriedad de ser
nada más que un junco en la orilla
cuando pasan mariposas aleteando en el último minuto
de su tiempo sin medida, fugacidad ante los ojos centenarios...
Mi sobriedad: crisálida que vaga en su eterno refugio
demorada por un contrapunto de silencios,
en un ritmo que decora el alma
a través de una gestualidad sin vínculos, sin nidos ni asideros,
lejos del bote al que ha subido
a la deriva va de sueños,
anclada a las rompientes,
aferrada a la intemperie,
soñando su quietud cuando baja la marea ...

Olga Sain
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