No es preciso arrojar botellas al mar
para dejar un mensaje.
Cada acción, cada palabra lo es
y uno nunca sabe quién será el que que lo reciba
o
lo necesite.
A qué náufrago de tierra firme llevará un alivio.
O a qué corazón vestido de certezas le dará
un poco de magia.
Y de fe.
Olga Sain
©Derechos Reservados
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