Quité ropajes a un sueño hasta la desnudez más profunda.
Y allí estaba mi ser
sin cuerpo,
sin edad,
sin dolores.
Vistiendo otros sueños como enjambres de milagros.
Me desprendí de todos ellos
y estaba muy sola,
tratando de no inquietar al monstruo que, solapado, espera.

Olga Sain
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